martes, 17 de agosto de 2010

Lobsang Rampa -¿Fraude Literario?

He leído varios de los libros de Lobsang Rampa. Indiscutiblemente, uno de los casos más abordados por los expertos litearios y místicos del siglo. Bajo este nombre una serie de 19 libros aproximadamente fueron escritos y publicados, alrededor de temas como el budismo tibetano, formas de religiosidad y ocultismo. A él y a su libro El Tercer Ojo, publicado en 1956, se debe una gran excitación que desde entonces vive occidente en torno a la vertiente tibetana del budismo. Publica también El Médico del Tibet, El Cordón de Plata, Vida con el Lama, El Manto Amarillo, se cuentan entre los más conocidos de sus títulos. Sin embargo, poco después, se descubre que Lobsang Rampa, no era un monje tibetano, sino Cyril Henry Hoskin, un hombre nacido en Plympton, Inglaterra durante 1910, además, un detective privado contratado para buscar al autor del libro, asegura que esta persona nunca estuvo en el Tíbet, y a partir de entonces, los expertos cuestionan la veracidad de los conocimientos que sobre budismo expone en sus libros. Ante todo esto, Hoskin aseverá que un día, al caer de un árbol que podaba, perdió el sentido y que se le presentó en una visión una momia o el espíritu de un monje tibetano quién le pidió autorización para entrar en su cuerpo, a lo que Hoskin contestó positivamente, convirtiéndose así en Martes Lobsan Rampa, cambiando posteriormente su nombre a Carl Kuon Sou. Lo cierto del caso es que la capacidad narrativa de este autor es verdaderamente admirable. Partamos del hecho de que en efecto si quiera nunca estuvo en el Tíbet, y de que, tampoco, fuese la reencarnación de un Lama tibetano, lo que uno en verdad duda, neófito en budismo, y mucho más en el tibetano, la capacidad que tiene para brindar un hilo conductor a su escritura y veracidad a su discurso es admirable. No en balde la influencia que en la divulgación del budismo tibetano tuvo su obra. El tercer ojo, es, en efecto, un libro ameno, en el cual se narra la vida de Martes Lobsang Rampa, quien a los siete años es enviado a un convento tibetano, para recibir formación que lo conduzca posteriormente a convertirse en médico, para lo cual debe introducirse en los saberes místicos del budismo, dado la alcurnia de su nacimiento. No me pondré a discutir detalles de la religiosidad tibetana. Lo cierto del caso es que también se puede visualizar aspectos importantes en torno a la situación política y la relación entre el Tíbet y China, y aspectos de la historicidad en torno a la conquista del Tíbet. Vale la pena la lectura de este autor, aunque bien es cierto, mediatizada por los filtros adecuados.

martes, 10 de agosto de 2010

The Great Wilderness

Banda costrricense de rock alternativo, denontan influencia del post punk británico. Fue fundada en los primeros meses de 2009, tras la desintegración de otra banda denominada Lolita Piñata, a la cual tanto Paola Roque (guitarra, voz) y Andrea San Gil (percusión), pertenecieron. Se unen posteriormente Monserrat Vargas con su bajo y con quien ya se habían encontrado en Lolita Piñata, y posteriormente se integra la guitarrista Jimena Torres. De guitarras un tanto nostálgicas, voces melódicas y susurrantes, aunque poco potentes; esta banda incursiona en el mercado nacional que presencia en la actualidad una explosión de talentos que no encuentran los medios adecuados para proyectarse internacionalmente. Con toques interresantes de industrial, y distorsiones breves, pero llegadoras en sus guitarras, potente batería y disonancias adecuadas; pescamos dos temas en la web: Ada y Sandbox. Ambos son una adecuada carta de presentación para esta banda de mujeres costarricenses del Siglo XXI. en especial, llama la atención el primer tema en cuanto a su construcción rítmica, por la consecuencia y consistencia a lo largo de los seis minutos que dilata el tema. Cabe destacar cómo el sonido grunge, el neo punk, y las nuevas tendencias del pop han influenciado a la juventud costarricense. Sin embargo, hay algo de su contenido que debe ser leído desde nuestra realidad y en esto nuestras bandas están fallando. Una pretensión natural, integrarse al mundo desde una perspectiva cosmopolita, en este caso europeizada, y desde las influencias que, confesan, indentificar. En mucho se deba, quizá, a que nuestra música y su creación como proceso social deba aún madurar. Aún está privando en ello la experiencia subjetiva, nada despreciable, por el contrario, pero sería interesante un proceso más integrado a nivel social y que represente una síntesis real de sectores más extensos de la población, y en ese sentido, valga la aclaración para todas las ramas del arte, una mayor permeabilidad al medio que circunda la creación, a las y los creadores. Excelente muchachas. Sigan adelante. Y estaremos pendientes de conocer el desarrollo de esta banda y de sus integrantes.



sábado, 7 de agosto de 2010

Violencia en los Centros Educativos

Un tema complejo tiene muy ocupada a la opinión pública costarricense durante los últimos meses. La creciente violencia en los centros educativos ha alarmado en términos generales a la población. La discusión sobre la causa del aumento de la violencia, tanto a nivel cuantitativo y cualitativo, no se ha hecho esperar. En primer término, como es de esperar, la discusión se desliza en torno al tema de la familia y el hogar, sobre la base del papel nuclear que juega ésta en los procesos de socialización y reproducción. Grosso modo, el papel de los padres en la formación de los hijos e hijas, los programas de televisión que frecuentan los y las adolescentes; el material al que acceden por medio de internet, los modelos que reciben los y las jóvenes. Por otro lado, asimismo, el tema de los profesores en los centros educativos y el papel de éstos en la formación de los muchachos y muchachas, su capacidad para trabajar con adolescentes, y el manejo de sus conflictos personales y su perfil psicológico en el entorno escolar. Algunos aseguran que los profesores y las profesoras ni siquiera saben cómo dirigirse a las personas menores de edad. También, el papel de los orientadores, y en general, de los equipos interdisciplinarios en el quehacer institucional, y el alcance de sus intervenciones así como la efectividad de su trabajo, que ciertamente, parece no tener un reflejo real dentro de las comunidades estudiantiles, ya sea por que éstas intervenciones son de un alcance limitado o porque simplemente, son muchas las necesidades y poco el recurso humano para hacerle frente. Sin embargo, en principio, la labor de los equipos interdisciplinarios es algo que debería evaluarse y replantearse, pues como profesionales, no llenan las expectativas de trabajo en los centros educativos. Así, padres, profesores y estado han entrado en un juego de pasarse esta “papa caliente”, sin que a las claras se vislumbre una solución o un intento serio de intervención en procura de una incidencia real sobre el problema que se plantea y que se presenta en todos los niveles: entre estudiantes, en las relaciones estudiantes-docentes-estudiante, estado-estudiantes, etc. Ciertamente, es un asunto de valores, pero, como entes socializadores, familia, escuela, estado e iglesia, reflejan los valores predominates en toda sociedad, y esos valores son precisamente los que se promueven para hacer sociales y sociables a las personas.

Desde el gobierno, el abordaje que se ha realizado, ha sido policial, aunque no sea un problema o un tema policial, pues intrínsecamente la policía es violenta por su labor y naturaleza, se le ha tomado como tal, como un problema policial; y tanto a nivel de vigilancia como de estrategias de prevención, la policía ha tomado la batuta en torno a este tema, según destacan algunos medios noticiosos, presentando oficiales en las instituciones, uniformados y demás, brindando temas a modo de talleres, respecto a la violencia, su identificación y su prevención.

Lo cierto del caso es que las autoridades gubernamentales e incluso muchas ong´s, se niegan visualizar el problema en su verdadera dimensión, más allá de focalizarlo y pretender aislarlo en una institución, o grupo, se niega a asumirlo como una situación que está fuera de su alcance en tanto concepto de sociedad. Esto es, la violencia, tal y como se vive en la actualidad, es el reflejo de un estado de cosas que representan una característica estructural, estructurada y estructuralizante del medio en que vivimos y del nivel y grado de desarrollo o subdesarrollo (en general de evolución) de la sociedad costarricense. Decimos evolución, entendiendo como tal el desenvolvimiento procesal de todas las estructuras sociales. Es decir, el desarrollo histórico de las interrelaciones sociales (económicas, políticas, institucionales e idelógicas) que han conformado al “ser costarricense”, y que plantean en el aquí y el ahora un estado de cosas, un status quo. Es imposible para el gobierno cuestionarse a sí mismo al punto de entender que se requiere un cambio estructural profundo, dirigido a incidir en la forma de relacionarse no sólo de las personas entre sí, sino también de las instituciones con las personas y de las instituciones sociales entre sí. Por supuesto, esto implicaría una forma muy novedosa de sociedad, en la que prevalezca la solidaridad sobre la competencia, en que la distribución de los ingresos sea más equitativa, en la que los valores y normas no busquen el favorecimiento de algunos grupos y marginen a otros, es decir, una sociedad más inclusiva, tolerante y con un nivel mayor de bienestar para los ciudadanos.

Pero bueno, en general a nuestros políticos les hace falta mucha imaginación, o simplemente, es mucho más cómodo pensar las cosas, los problemas, desde la estructura que históricamente han desarrollado, y culpabilizar a uno u otro sector en particular, sin que en el fondo las cosas cambien. Conmovido, como católico por la presencia peregrina de la presidenta Chinchilla en las actividades conmemorativas en torno a la Patrona de Costa Rica, me parece que es la hora de poner en práctica el viejo adagio que nos refieren los abuelos en cuanto a Dios rogando y con el mazo dando, antes de que presenciemos en nuestra generación, la degeneración de la sociedad en la dirección que las fantasías futuristas orwellianas, kubrikianas o huxlianas nos insinúan. La ultraviolencia está tocando con fuerza las puertas de nuestra sociedad, ha tocado y ha hecho mella en ella. Pero las cosas discurren a nivel político y económico, como sí nada sucediera.