Uno de esos libros que sin duda alguna causan un extraño escozor en el lector. Isabel Allende se presenta descarnadamente ante su público, con todo lo humano que hay en ella, con todo su dolor, y sus sueños, sus alegrías y sus esperanzas. En un primer momento, desde cierta óptica, se podría pensar que es otra burguesa escribiendo sobre su cómoda vida desde el sur de California, queriendo mercadear un tanto su existencia. Sin embargo, también es cierto su claro amor por la familia, sus ingentes esfuerzos no sólo por mantenerla unida sino también por verla crecer. Sus experiencias como mujer, como madre, como esposa. Su perspectiva del amor, y sus pensamientos en torno a su compañero, y por supuesto, esa sombra de dolor que cubre con nostálgica melancolía la pérdida de su amadísima Paula. Uno puede o no estar de acuerdo con ella, puede o no críticar un estilo de vida donde las carencias económicas no existente y que por el contrario se tornan en una filantrópica acción que podría considerarse una forma acomodar la conciencia ante el inevitable atestiguamiento de las desigualdades enormes que existen en nuestra tierra. La suma de los días provoca una mezcla de emociones y quizás, hasta irritaciones en el lector que percibe en el transcurrir de sus páginas una serie de emociones que nos son comunes a todos y todas, acercándose más en algunos aspectos o alejándose en otros, más bien de acuerdo a las situaciones de quien se aproxima en el texto, pero cuya humanidad es ineludible. No ha sido una autora de mis favoritas, a quien siempre he considerado ligth -sí es que el criterio de quien escribe estás líneas puede tener mayor significación -, sin embargo este libro me tocó de una forma que me es difícil explicar. Pluma periodistica, ágil, desgarrada, copiosa y expresiva.
jueves, 13 de agosto de 2009
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