Un derroche de millones. Financiamientos cuestionados. Una danza en la que todos y todas bailan al son de don dinero. ¿Cómo pagan estos compromisos los políticos una vez concluida la campaña? Disculpen, no quiería parecer ingenuo. Lo cierto del caso es que parece inevitable la elección de la primera presidenta de la República de Costa Rica. Es una verdadera lástima que la primera mujer costarricense en ser electa para este cargo lo haga al ámparo de un régimen constitucionalmente de facto, y con la carga que implica ser una marioneta de ese régimen. Con una oratoria mediocre, una exposición de ideas muy pobre y un despliegue publicitario inmenso; sin una visión de desarrollo económico y social; en medio de un sin fin de promesas que requieren recursos inmensos y que no se explica con claridad como se conseguirán; sin una perspectiva de la economía nacional y sin un horizonte utópico, doña Laura Chinchilla se alia con los grandes capitalistas costarricenses para dar continuismo al más triste episodio de la historia constitucional costarricense, con la reelección presidencial del Dr. Óscar Arias Sánchez, a quien el golpista Michelletti le achacó falta de autoridad moral para pronunciarse sobre la situación hondureña y ante cuyas declaraciones el presidente Arias guardó silencio. A este panorama se agrega el elevado nivel en la intención de voto que ha experimentado el ultraderechista Otto Guevara con su proyecto neoliberal que no tiene ni ton ni son, donde lo que prevalece es la libertad económica, y no la libertad de las personas ni el desarrollo de la sociedad. Con ideas prestadas y robadas, como las de las computadoras, y en una crítica constante al liberacionismo, con el que ha colaborado incesantemente durante esta administración, ha acentuado y puntualizado su campaña alrededor del tema de la seguridad ciudadana. Ottón Solís por su parte, ha pagado el costo electoral del manejo tan poco serio que hizo del tema del TLC, no habiendo podido capitalizar el buen resultado de las elecciones anteriores y perdiendo terreno hasta el punto de relegarse al tercer lugar, que parece obtendrá el PAC en todas las papeletas. A pesar de la coalición de hecho con Alianza Patriótica y el Partido Integración Nacional, parece no habrá mayores sorpresas. El justo premio a una persona que ha querido darle continuidad al modelo de partido-caudillo y que tuvo la oportunidad de ver crecer una nueva opción política pero que nunca trabajó adecuadamente las bases ni los sectores fuera de la meseta central, tal y como debería haberlo hecho para contrarrestar las fuerte organización de base del PLN. Quizá el resultado para el PAC sea mejor que el que plantean las encuestas, sin embargo, ha perdido, como dirían nuestros abuelos, mucha cancha. Por su parte tanto Alianza Patriótica como el PIN tienen pocas posibilidades de elegir diputados, mientras crece la posibilidad de que sea electo el enemigo de los trabajadores, José María Villalta, del Frente Amplio, en una suerte de perversión de la izquierda tradicional costarricense de corte stalinista; infiltrada a más no poder ante las propias narices de sus dirigentes. El PASE, se presenta con una importante alza en las simpatías de los costarricenses, gracias a las buenas gestiones realizadas por don Óscar López, que ha sabido dirigirlas a su público meta, prevaleciendo este interés sobre cualquier otro. El PUSC, con un cierre de campaña que raya en lo ridículo, sin duda alguna capitalizará algunas curules, entre las que destacan la de doña Gloria Bejarano, a quien doña Laura plagia su idea y preocupación por el cuido de los niños y las niñas, y la idea de los hogares comunitarios la retoma en la promesa de crear una red de cuido para los infantes. ¿Para qué y por qué entonces, no le dieron seguimiento a ese programa que estaba bien estructurado? La respuesta es muy simple. Por vanidad, como todos los políticos. Y por que los liberacionistas desviaron esos recursos no se sabe hacia dónde. En fin, muy decepcionante este cierre de campaña, que no presenta ninguna alternativa que pueda decirse o llamarse verdaderamente diferente, muy por el contrario, los presagios son bastantes obscuros. No queda más que votar por el verdaderamente menos malo, Ottón Solís, vanidoso caudillo rosado de la Costa Rica del siglo XXI, cuya bancada durante esta administración no logro proponer nada significativo, y que se proyecta de forma similar para este siguiente período; con una escuelita de diputados que no logra entronizar la esencia de la labor política y parlamentaria, dando lugar a que personalidades como Andrea Morales, la diputada-modelo, terminen en lo que terminan. Qué triste me pongo, dicen por ahí.
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