Estas fechas me evocan una nostalgia particular respecto a mis años de juventud y adolescencia, durante la cual, participaba con la gloriosa banda del Liceo Napoleón Quesada, a la que me llevó Tavillo Araya, en los desfiles conmemorativos de la independencia Patria. Tocaba el bombo, por lo que en virtud de mi contextura las bromas no se hacían esperar en cuanto a la relación entre el ejecutante y su instrumento. Mucha agua ha pasado debajo del puente desde entonces y muchos mitos se han desmoronado también. Gracias a Dios, aún el puente sigue en pie. Esta vez, una nota llamó mi atención al dar lectura en la mañana de hoy al diario matutino de circulación costarricense La Nación. En ella se da cuenta como el diputado liberacionista Fabio Molina, en una actitud mezquina y por demás rídicula, argumenta contra la denominación de Héroe Nacional para Juan Rafael Mora Porras, artífice de la Campaña Nacional durante 1856-1857. En este sentido, al escudriñar un poco la historia nos damos cuenta de una serie de hechos que hasta hace poco eran desconocidos para la mayoría de los costarricenses. Sin embargo, el celo alajuelense del diputado Molina, que esgrime más que nada razones provinciales, lejos de sustentarlas históricamente, lo que hacen es acercar su figura a la de aquellos quienes por esos años esperaron a don Juanito, para enviarlo ante el pelotón de fusilamiento sin ninguna contemplación. Don Juanito, durante la campaña en cuestión tuvo la lucidez suficiente para arengar a los costarricenses a seguirlo en esta aventura en la cual él marcho muchas veces a la cabeza. Tuvo el atino para pensar e identificar la amaneza que se cernía sobre los costarricenses en cuanto a las intenciones reales de los aventureros filibusteros de aquella época. Tuvo la capacidad diplomática para buscar y canalizar los recursos económicos y humanos necesarios para emprender la bélica tarea que se propuso, junto a su cuñado, su hermano y otros destacadas personalidades de la época. Walker había tomado ya Nicaragua, de la cual se había proclamado presidente, con la aprobación de los sectores políticos de aquel país. Testimonios como los de Tomás Guardia y su hermano, éste último participante en la batalla de Rivas, dan cuenta de que la tarea no fue fácil. La lucha emprendida por Don Juanito fue, entonces, en varios frentes, sin embargo, el acto de Juan Santamaría, en este contexto, se reviste de gloria e importancia en la medida en que complementa el esfuerzo de muchos costarricenses. Posiblemente a don Fabio se le olvida que antes de el tambor de Alajuela, hubo otros costarricenses que intentaron quemar aquel Mesón. En una interpretación que raya en la ridiculez por el nivel de ignorancia histórica que representa, el artículo mencionado resalta que: "Para Molina, la participación de Mora en la guerra de 1856 contra los filibusteros no se puede comparar con lo vivido por la gesta que la historia le endosa a Juan Santamaría. Juan Santamaría no representa a los que dirigieron la gesta, sino a los que sufrieron en los campos de batalla, a los que murieron”. Se le olvida al ilustre diputado, que muchos de los que dirigieron en aquella gesta, también murieron, fuera víctima de las balas o de la peste del cólera desatada por la acción de los filibusteros que echaron sus muertos y los nuestros en las fuentes de agua, contaminándose por esta causa. La demagogia del señor diputado, no cabe duda, es evidente. Enzálzando al sencillo, al humilde, todo lo contrario a lo que es él y sus compañeros en el parlamento, como diciendo de alguna manera, que son los que deben estar al frente y morir por los ideales patrios, cuando en realidad, son los dirigentes los que deben dar el ejemplo con austeridad, humildad y procurando legislar a favor del pueblo y no de acuerdo a los intereses de la clase dominante. Muy posiblemente, don Fabio hubiera formado parte del pelotón de fusilamiento que áquel 30 de septiembre de 1860 dio fin a la vida de don Juanito, junto con su cuñado y general Don José María Cañas, que sin tapujos, participó igualmente en el frente de batalla de la mayor gesta heróica de los costarricenses, quizá el más digno episodio de nuestra historia y del que muchos se quiere valer para hacerse notar. Don Fabio tiene una deuda con los costarricenses, no pretenda con sus discursos populistas agraciarse con la gente, cuando en realidad, la figura de don Juanito no desmerita en nada a la del soldado Juan. Muy por el contrario, ambos son baluarte importante de nuestra historia, caras de una misma moneda. Yo creo que el calificativo no es tan importante, como sí lo es el manejo que desde lo simbólico se le ha dado a Santamaría como mecanismo de dominación y subyugación mitificado en su figura, perdiendo de perspectiva el trasfondo ideológico y social que contextualiza su participación y la de Mora, en diferentes ángulos y situaciones. Libertador, lo pondría por encima de la figura de Santamaría, que es precisamente lo que don Fabio quisiera evitar. Pero bueno, lo cierto del caso es que el rescate de la figura de Mora Porras se dará también en el plano de lo simbólico como mecanismo coadyuvante de dominación más que cómo la figura digna e inquebrantable que realmente fue. Criterio propio, automía y capacidad de decisión fueron sus características. Los diputados deberían tomar algunas lecciones de historia patria, o tal vez, tan sólo, darse una leidita por alguna biblioteca pública. Les recomiendo el texto de Jeffrey Roch "Los Filibusteros" o "William Walker", para que se hagan una idea de lo que sufrieron los invasores y cuáles eran sus verdaderas intenciones. He escuchado argumentos contra don Juanito, bien esgrimidos y articulados, como en algún momento escuché una crítica que realizó el Dr. Fernando Durán Ayanegui en una cafetería de San Pedro. Lo cierto del caso es que la argumentación del diputado Molina es bastante mala. A la postre, los filibusteros no han desaparecido del todo. Muchos de ellos tienen una cúrul en la actualidad.
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