jueves, 11 de junio de 2009

Don Eliécer

Don Eliécer es mi casero. Tiene 67 años, y sus días transcurren entre diligencias ajenas con lo que se gana algunos colones, charlas amenas y el trabajo en su pequeño taller de carpintería. Es mi amigo, y ha sido un buen compañero. Con él aprendí entre otras cosas la verdadera dimensión de las pulgadas, que es un 1/4, 1/8, 1/16. Cuando realiza otras funciones aparte de la carpintería no es tan diestro. Le fascina leer la revista Selecciones, que adquiere usadas y de las cuales extrae lo que el llama esquelas, es decir, los pequeños textos que vienen al final de los artículos o bien en las secciones como Así es la vida, Temas de Reflexión, Gajes del Oficio, o La Risa Remedio Infalible. Hay un chiste que nos agradó mucho a ambos y que dice más o menos así: Una pareja juega al golf en un campo urbanizado. La mujer lanza un tiro que entra por la ventana de una casa, quebrando el cristal. La pareja un tanto nerviosa se queda mirando hacia la planta donde se halla la ventana del cristal quebrado, por la que finalmente se asoma un hombre moreno, con un turbante y una sotana blanca, y les dice. -Soy un genio que ha estado atrapado en una botella. Me habeís liberado de 5000 años de cuativerio, pues la pelota ha quebrado esa botella. Por ello, en agradecimiento he de concederles tres deseos. !Pedid lo que queraís! -Bueno-dijo el hombre- yo desearía ser campeón mundial de gol. -Concedido- dice el recién aparecido haciendo un movimiento con su cabeza. -Y yo quisiera tener una gran fortuna, en una bella casa a la orilla del oceáno-solicita la mujer. -Concedido- dice el genio, haciendo el mismo gesto con su cabeza. -Y finalmente- dice el hombre- quisiéramos poder realizar un viaje alrededor del mundo a final del año. -Concedido- dice el genio. Pero bueno, ya que os he concedido tus deseos, ¿podría usted señor, ser tan gentil de permitirme pasar una sola noche con su esposa? Usted sabe, son cinco mil años de cautiverio y no hay quien me aguante. Sin duda alguna no habrá problema, pues yo desapareceré. La pareja se mira con inquietud y entre risas nerviosas. Deciden que el genio ha sido muy bueno con ellos, por lo que no ven inconveniente en que esto suceda. Y así, acceden. Al día siguiente, cuando despiertan el genio y la esposa del golfista, él le pregunta a ella: -¿Cuántos años tiene su marido señora?- -29 ¿Y usted? -28 `¿por qué? -No, no, por nada, es que no puedo evitar pensar que estén tan grandes ustedes y aún crean en genios.








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