jueves, 22 de julio de 2010

El Agua como tema político.

Hay temas que requieren más que nada un poco de sentido común. Asimismo, hay temas que requieren dejar de lado actitudes idiosincráticas tan arraigadas como aquella que nos marcó desde la independencia, y que está sintetizada en el famoso "hasta que se aclaren los nublados del días". Uno de esos temas es el asunto del agua, y el respectivo aseguramiento del acceso generalizado e indiscriminado al recurso hídrico por parte de toda la población, y en todos los lugares del territorio nacional. El panorama en la Asamblea Legislativa es bastante patético en torno a este tema. Desde hace muchos años se viene discutiendo este asunto en el plenario. La Asamblea Legislativa se ha mostrado inoperante e incapaz de abordar el asunto con seriedada. Sin embargo, a la cuestión no hay que darle muchas vueltas. O al menos no tantas y de forma tan grandilocuente como lo hacen los sonrientes y pintorescos diputados. Es más, es tan simple que en verdad cualquier ciudadano se pondría a pensar en ¿Cómo es posible que la sociedad delegue su soberanía en 57 personas incapaces de ponerse de acuerdo en un tema tan básico como el agua? ¿Es tan difícil encontrar un mecanismo que asegure la propiedad integral del recurso hídrico en favor de la sociedad costarricense? En favor de las personas que los eligieron para ocupar el puesto que ocupan, y a los que juraron servir. Por una parte, la alianza entre el Movimiento Libertario y el Partido Liberación Nacional, que cuestionan el tema de las concesiones. Lo curioso de esta "alizanza" parlamentaria es que durante la campaña los libertarios llamaron a Liberación Nacional el Partido más corrupto de la historia de Costa Rica. Ergo, no hay que ser muy listo para entenderlo, si me uno a ellos, me torno tan corrupto como ellos, es más, lo soy en mayor medida pues estoy consciente de su corrupción, de la cual me apropio y la cual alcahueteo. ¿Qué opinarán los electores libertarios que meditan sobre el asunto? Sin embargo, los libertarios, Otto Guevara a la cabeza, se ufanan del hecho de haber logrado llamar la atención sobre el asunto del agua.
Las razones que esgrimen los libetarios sobre el hecho soy difusas. Lo cierto del caso es que tratándose de un asunto de concesiones, es un asunto sobre todo económico; es decir, se tratan de transacciones económicas; las concesiones son e implican una capacidad y una posibilidad para explotar algo en favor del explotador, aunque sea un servicio público, media una ganancia (las carreteras actualmente se hacen mediante concesión, como la nueva a Caldera y quien gana en ello es Autopistas del Sol, que construyó la carretera). Así las cosas, implica también un asunto de capital, en términos de capacidad operativa, así las cosas, áquel que tenga esta capacidad se le asignará la concesión y no a áquel o a áquellos que verdaderamente lo necesiten.
Por otro lado, los llamados sectores sociales impulsan esta ley que abriga las concesiones, sin embargo; no caen en la cuenta de que proyectos de este tipo han sido promovidos por agentes que han buscado un protagonismo determinado, aduciendo que se realizaron en consulta continua con las comunidades y organizaciones, pero que sin embargo no logran convocar o movilizar a los participantes, supuestamente empoderados y conscientes del proyecto, es decir, parece que fueron fantasmas los que participaron. Igualmente, se impulsa una forma de concesiones en este marco y en este contexto.
Es muy tarde para pedirles a los políticos que dejen de pensar en sus intereses creados. Esa es su naturaleza, su leif motiv. En su vanidad creen tener la razón, en su egocentrismos se creen y se tornan mesías, fantasean con heroismos, y se muestran grandilocuentes: se ponen a repartir botellas de Coca Cola como sí nunca se hubieran tomado alguna, o hacen alianzas entre quienes se mostraron acérrimos enemigos a muerte durante la campaña. La fórmula del agua es tan simple. Dos partículas de Hidrógeno y una de Oxígeno. Eso es lo que deben preservar política y socialmente para las futuras generaciones. Para que cada niño, después de jugar y saltar, tenga derecho a tomar toda al agua que desee. Para que cada ser humano bajo "este límpido y azul" cielo tenga su parcelita de agua, como se tiene su parcela de aire, muy a pesar de muchos.
Timoratos, la solución es simple y llana. Déjense de pendejadas y mentiras, de politiquería y de jugar con los intereses ajenos. Tengan un poco de vergüenza y resuelvan esto de una buena vez, o es que las vacaciones que se autorecetaron sin si quiera tener tres meses de trabajar les es suficiente.

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