lunes, 14 de septiembre de 2009

15 de septiembre

Desde niños, todas y todos los costarricenses hemos aprendido a celebrar con fervor la fecha en que se concede la independencia a nuestro país y al resto de las cuatro pequeñas naciones centroamericanas. Pero ¿Qué es la independencia? ¿Podemos hablar verdaderamente de indepencia en el contexto de un mundo globalizado? ¿Podemos hablar de independencia en el nivel de intercambio comercial en el que se hallan las naciones? ¿Es independencia sinónimo de libertad? ¿Es la indepencia un seguro contra la ignorancia? ¿Es la independencia una garantía para la paz y la prosperidad? ¿Es la independencia una garantía para la justicia y la equidad de un país? ¿Se puede hablar de independencia en un país cuyas leyes están hechas a la medida de los poíticos y los grupos hegemónicos? ¿Se puede hablar de independencia en un país cuyos territorios más valiosos van a manos de extranjeros económicamente poderosos y cuyos frutos van a dar a las arcas de las grandes transnacionales? Pamplinas...¿independencia? ¿Qué significa en realidad la independencia? Desempleo, inseguridad ciudadana, un régimen presidencialista que buscó la reelección a cómo diera lugar, torciendo y tergiversando la constitución que garantiza y vela por la vida independiente de un país. ¿Independencia? Una campaña de miedo para mover a los votantes a creer en algo que dañará una gran parte de su población. ¿Independencia? ¿Soberanía? ¿Diputados? ¿Ministros? Un Poder Judicial en cuyos cielorrasos aparecen cientos de expedientes que fuero modificados. ¿Independencia? Un Tribunal Supremo de Elecciones dominado por intereses políticos, electo por diputados con claras tendencias hacia determinados perfiles que reproducen las luchas de poder. ¿Independencia? He de delegar mi soberanía en 52 vanidosos y vanidosas que saltan ante los intereses de empresas, que se benefician a ellos mismos, legislando de acuerdo a su conveniencia. ¿Independencia? Con alegría canto el himno nacional, con pasión he entonado la patriótica, con sinceridad he creído en los supremos poderes de este país, con amor inconmesurable he entonado La Patriótica, con pasión indiscriptible he participado de los desfiles, pero todo, todo esto parece una broma, una mala broma. ¿independencia? Ja, ja.

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